En EEUU quieren que Argentina sea un modelo para el continente. Confiesan que la región se ha beneficiado con el liderazgo de Milei. Ven cambios en la sostenibilidad fiscal y pretenden que se sostenga el ajuste del gasto público. Imaginan usar el apalancamiento en Argentina como modelo para el resto de la región, por ejemplo, en la Bolivia que viene. Es normal que en un proceso con el FMI se cambien las metas en algún punto específico, lo importante es delinear un sendero con políticas creíbles. Lo fundamental es presentar una visión con un plan que se pueda ejecutar, y por eso, no hay porcentajes mínimos o máximos para decidir la ayuda económica. Se habla de u$s10.000 millones, pero podría ser un paquete total por u$s22.000 millones desde noviembre próximo y hasta fines de 2026. La esperanza es que después de las elecciones se descongele la economía local, bajen las tasas de interés y resurja el crédito al sector privado. Sin embargo, vale aclarar que el acuerdo con el FMI no fue un compromiso sin condicionamientos.
Aunque el auxilio del Tesoro se usó varias veces con distintos países, EEUU tiene una política muy restrictiva para aprobarlos y una ley que los regula. Siempre se darán en referencia al acuerdo celebrado con el FMI y las metas y compromisos asumidos. Por ejemplo, en 1995 México tuvo que presentar una garantía de Pemex basada en producción de hidrocarburos a futuro. No hay dudas que el Tesoro busca enfocar esta ayuda en la sustentabilidad económica y financiera. Es el organismo de Washington que más apoya a la Argentina, mientras los otros están más preocupados por el nivel de deuda, aunque tampoco miran día a día, semana a semana, el nivel de exposición argentino.
En sus planes figura igualar o desterrar a China para que EEUU sea el mejor socio en la región. El control chino sobre la infraestructura crítica argentina vulnera la soberanía nacional y solo conforma los caprichos orientales. EEUU cree que siempre va a ser mejor socio de Argentina que China: ellos son como la comida rápida, llena pero no alimenta. Por eso piensan, entre otras soluciones, en ofrecer un swap ¿qué reemplace al chino? A cambio, se solicitarán más votaciones en conjunto en la ONU, apoyo irrestricto contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, profundizar la doctrina de seguridad y de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, una estabilidad macroeconómica, sostenibilidad en el pago de la deuda y un resultado electoral decoroso en octubre. Lo electoral ocupa, no preocupa: saben que no es una elección presidencial, que no cambiará autoridades nacionales y que oficialismo aumentará su base legislativa en el Congreso nacional, a pesar de no alcanzar mayorías.
Tras los comicios de septiembre, Milei se mostró dispuesto a cambiar el carácter y a agrandar el consenso político. Con la ley Bases pasó eso, y recurrió a los gobernadores. No es una cuestión ideológica, hay que levantar las barreras políticas para dar paso a las reformas que faltan, sobre todo la laboral. Sin embargo, hay dudas sobre la estrategia electoral: ¿por qué no generaron los consensos necesarios?
Analistas del mercado que miden el riesgo político para hacer inversiones afirman que el gobierno equivocó el camino al decidir la senda del “purismo” (presentar listas propias en la mayoría de los distritos) porque se encontró con una derrota que generó una debilidad más fuerte en la gobernabilidad. Calcularon que si el gobierno hubiese elegido el rumbo de la construcción de consensos y alianzas, y aun así se encontraba con la derrota de septiembre, la afectación de gobernabilidad era menor. Con las cartas jugadas y a la espera de octubre, en Wall Street observan ahora con preocupación el avance de la ley que limita los DNU para gobernar y tomar decisiones.